¿No os suena con la búsqueda del elemento al que se refiere Ken Robinson en su libro?
El plan
Heziberri 2020 implica al alumnado en la búsqueda y reflexión de nuevos retos
Bilbao 21 NOV 2017 - 12:18 CET
Hileras de pupitres
meticulosamente colocados frente a una pizarra. Esta imagen queda como una
fotografía en blanco y negro. También han quedado obsoletos los cuadrantes que
delimitaban el horario de cada asignatura, como cajones separados. La escuela
está inmersa en un proceso de reorientación y transformación que sitúa al
alumno como protagonista de una enseñanza por competencias, o por retos. “Es
una necesidad transformar el sistema educativo”, afirma la decana de la
facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de Mondragon Unibertsitatea.
Begoña
Pedrosa aboga por “abandonar estructuras encorsetadas”, centradas en
disciplinas o asignaturas de forma aislada, para pasar a un aprendizaje
centrado en dotarles de herramientas para resolver problemas y hacer frente a
un futuro plagado de incertidumbres, también en el entorno laboral. “Está
demostrado que permite desarrollar un pensamiento complejo”, remarca. La
composición de las aulas está cambiando para propiciar el diálogo y el trabajo
en equipo. Un gesto que trae aparejadas otras tantas medidas que en el fondo
exigen un “cambio de mentalidad en toda la comunidad educativa”, según la
decana.
En
Euskadi el plan Heziberri 2020 del Gobierno vasco es el paraguas dentro del
cual cada centro, de forma autónoma, desarrolla su propio currículum. Según el
decreto que lo regula promueve “el pensamiento creativo individual”. No se
trata de transferir o de memorizar, añade, sino de que alumno sepa “argumentar,
convencer y avanzar para transformar ideas en acciones”. El departamento de
Educación, dentro del epígrafe destinado a la innovación invertirá el año que
viene 47 millones de euros, un 2,3% más que el ejercicio actual.
Su directora, Lucía
Torrealday, hace una apuesta firme por métodos que “implican activamente al
alumnado en procesos de búsqueda y reflexión planteando retos cercanos a sus
vivencias”. Bajo nomenclaturas como Montessori, Waldorf, Pikler o Reggio
Emilia, las denominadas metodologías alternativas llevan años abriéndose paso.
Las expertas alertan, sin embargo, que dejar de lado las fórmulas tradicionales
exige cambiar esquemas mentales, “algo que podría tardar como mínimo tres
años”, remarca Pedrosa que huye de modelos cerrados porque cada comunidad debe
buscar su camino y éste debe partir de una reflexión compartida dentro de la
comunidad. El rol del profesor adquiere, en todo esto, un papel preponderante.
Los docentes han dejado
de dictar la lección de los libros al pie de la letra para ejercer de
“facilitadores o acompañantes” de los alumnos, detalla Torrealday. El
presupuesto para reciclar a los educadores asciende a 1,9 millones de euros el
próximo ejercicio. En paralelo, la decana de la universidad de Mondragón señala
que es prioritario “un trabajo de autoestima y para prestigiar la profesión”. En
este contexto, la tendencia es suprimir los exámenes de fin de curso como única
herramienta de evaluación, aunque desde el departamento de Educación insisten
en que “los indicadores de logro tienen que estar presentes”, de lo contrario
se podrían frustrar las expectativas y dejar en “un sueño” ese cambio.
Las evaluaciones internas
y las externas están suponiendo un freno para la innovación en las escuelas que
restringen estas experiencias a los ciclos de Infantil o Primaria, dejando como
algo testimonial los casos en Secundaria o Bachiller. Pedrosa no comparte ese
criterio. Considera que “se puede transgredir en cualquier etapa”.
Como dice en el texto, creo que uno de los mayores retos, va a ser cambiar la forma de pensar y actuar de los docentes. Como futura docente, creo que va a ser muy difícil, aprender a actuar acorde a estas nuevas metodologías, sobretodo teniendo en cuenta que la mayor parte de nuestra formación como maestros sigue utilizando metodologías tradicionales.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con mi compañera, si nosotros no experimentamos en nuestro proceso de formación como se usan las nuevas metodologías luego puede que sea un lastre a la hora de desempeñar nuestra profesión. Tendremos que complementar nuestros estudios con el conocimiento de estas metodologías.
ResponderEliminarExiste un gran problema desde mi punto de vista: no todos los docentes están dispuestos a prepararse para el cambio metodológico.
ResponderEliminarSí es cierto que el nuevo profesorado que se forma ahora en las universidades están más concienciados con las nuevas metodologías, pero existe una parte del profesorado que buscan excusas para no cambiar su metodología de llegar a clase, dar el tema y poner examen. Realmente no sé si podrá ser por comodidad o por miedo e inseguridad ante las nuevas metodologías y tecnologías.