¿Qué os parecen estas ideas para ponerlas en práctica en vuestros trabajos grupales?
El
pionero del aprendizaje cooperativo David Johnson aclara por qué todas las
escuelas deberían implantar ese modelo
En
los años 60 David Johnson (Indiana, 1940) y su hermano Roger comenzaron una
cruzada contra el aprendizaje competitivo e individualista que imperaba en las
escuelas de Estados Unidos.
Su objetivo era dar la vuelta a la creencia de que solo los más aptos
sobreviven y demostrar que el aprendizaje cooperativo era la clave para encajar
en la sociedad, encontrar un empleo en el futuro y saber sobreponerse a la
ansiedad. Fundaron el Centro de
Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de
Minnesota y desde entonces han publicado más de 100 investigaciones
y han formado a más de un millón de profesores de diferentes partes del mundo.
Hoy tienen centros formativos en Shanghái, Japón, Noruega o España, donde se
enseña una metodología desarrollada por ellos y construida sobre cinco
pilares.
Considerados
los padres del aprendizaje cooperativo, los hermanos Johnson fueron los
primeros en recopilar y contrastar más de 550 estudios publicados sobre el tema
desde 1898 para elaborar después sus propias investigaciones, un trabajo por el
que han recibido más de una decena de premios, entre ellos el Brock International Prize for Education en
2007, concedido por la Universidad de Oklahoma.
David
Johson, profesor de Psicología Educacional en la Universidad de Minnesota,
contestó a las preguntas de este diario en el I Congreso de Innovación Educativa
celebrado hace dos semanas en Zaragoza y organizado por el Gobierno de Aragón,
un foro de dos días al que acudieron 1.400 profesores para intercambiar
experiencias sobre las últimas metodologías en el aula.
Pregunta. ¿Qué
es el aprendizaje cooperativo y por qué se debería usar en las escuelas?
Respuesta.
Mucha gente tiene una idea equivocada. Juntar a personas en la misma
habitación, sentarlas en círculo y decirles que son un grupo no quiere decir
que vayan a cooperar de forma efectiva. Es necesario que se den cinco elementos
esenciales que son los que integran nuestra metodología. El más importante es
la interdependencia positiva, que implica que todos los integrantes del grupo
perciban que el éxito individual no se dará si no triunfan todos. Si uno falla,
todos pierden. La clave es entender que los esfuerzos individuales no serán en
beneficio propio, sino del grupo. Este método de trabajo consigue que las
personas se preocupen por el éxito de los demás, un elemento básico para la
convivencia. Si las escuelas promueven la cultura de ser el número uno, a la
vez están animando a esos mismos alumnos a desalentar y obstruir los esfuerzos
de los otros. En las competiciones solo ganan unos pocos.
P. Sus
estudios han demostrado que la competitividad entre alumnos no mejora los
resultados académicos. ¿Por qué sigue instalado ese sistema en las escuelas?
R. A
mediados de los sesenta cuando Roger y yo comenzamos a interesarnos por el
tema, la competitividad y el individualismo dominaban los sistemas de enseñanza
en primaria, secundaria y en la Universidad. Era el llamado darwinismo social,
que consiste en aplicar la teoría de la evolución de Darwin al campo educativo:
los estudiantes tienen que aprender a sobrevivir en un mundo en el que unos se
comen a otros y solo los más aptos sobreviven. En ese momento, el aprendizaje
cooperativo era relativamente desconocido e ignorado por los educadores.
Afortunadamente, hoy es una de las metodologías escogidas en todos los niveles
educativos. Es muy raro encontrar a un profesor que no conozca este tipo de
aprendizaje.
P.
¿Cuál es el principal problema que se da en las aulas?
R. Se
ignora completamente la interacción entre los estudiantes. Los programas de
formación del profesorado destinan la mayor parte del tiempo a enseñar a los
docentes a lidiar con los alumnos y les muestran cómo deben reaccionar a los
materiales de clase. Sin embargo, la interacción entre los alumnos es esencial
y dice mucho de cómo aprenderán o de cuánta autoestima serán capaces de
adquirir. No tiene sentido que los estudiantes compitan entre ellos para ver
quién saca un sobresaliente y se sitúa por encima de los demás. Ese modelo ha
caducado y hasta las empresas tecnológicas como IBM contratan a los que saben
trabajar en grupo. A principios de los 2000 una investigación de una consultora
señaló que el principal motivo por el que los estadounidenses dejan su trabajo
es la falta de habilidades sociales de su jefe. El individualismo ya no
vale.
P.
¿Por qué se les considera los padres del aprendizaje cooperativo? ¿Qué han
aportado que no hicieran las investigaciones previas?
R. Se
nos puede considerar los pioneros del aprendizaje cooperativo de la edad moderna,
pero antes de nosotros hubo decenas de autores. El filósofo romano Séneca
abogaba por este tipo de aprendizaje con afirmaciones como Qui docet discet,
que quiere decir que el que enseña aprende dos veces. En el movimiento por la
escuela pública de los Estados Unidos de comienzos del siglo XIX también hubo
una fuerte defensa de esta corriente. No es algo nuevo. El hecho de enfrentarse
a puntos de vista opuestos genera incertidumbre y conduce a la persona a buscar
más información para conseguir una conclusión más refinada y razonada.
Además, nuestros estudios demuestran que el alumno debe reestructurar la
información para retenerla en la memoria y una forma de lograrlo es explicar
algo en voz alta a un tercero.
P. De
sus estudios se desprende que el aprendizaje cooperativo exige más esfuerzo y
pese a ello resulta más atractivo para los estudiantes.
R. Los
beneficios se pueden dividir en tres grandes grupos: un mayor esfuerzo para el
logro, una mejora de las relaciones interpersonales y también de la salud
psicológica. El cooperativo es más complejo que el individualista porque el
alumno tiene que conectar al mismo tiempo con la tarea que debe realizar y con
el grupo. Los miembros del equipo tienen que aprender a liderar, a decantarse
por un punto de vista, a comunicar o a manejar los conflictos. Nuestras
investigaciones demuestran cuando trabajan más duro cuando lo hacen en grupo
que en solitario. Aumenta la retención de información, tienen mayor capacidad
para desarrollar argumentos, mayor motivación para seguir aprendiendo después
de clase y mejores estrategias para la resolución de problemas.
P.
Parece que los estudiantes que cooperan saben manejar mejor su carácter y
tienen mayor resistencia a la ansiedad. ¿Por qué?
R. Cada
vez que dos estudiantes trabajan juntos, la relación cambia: se entienden
mejor, se aceptan y se apoyan mutuamente tanto en lo académico como en lo
personal. Cuando no compiten, mejora su salud mental; ganan autoestima y mejora
su habilidad para lidiar con el estrés. El grado de vinculación emocional entre
los estudiantes tiene un profundo efecto en su comportamiento en el aula.
Cuanto más positiva es esa relación, menores son las tasas de absentismo y de
abandono. El sentimiento de responsabilidad sobre el grupo incentiva las ganas
de emprender proyectos de mayor dificultad y mejora la motivación y la
persistencia para alcanzar una meta conjunta. El grupo se siente unido frente a
ataques externos o críticas y crece el compromiso por el crecimiento personal y
académico del resto de miembros del grupo. Los niños que requieren tratamiento
psicológico suelen tener menos amigos y sus amistades son menos estables a
largo plazo. La esencia de la salud psicológica es la habilidad de construir,
mantener y modificar las relaciones con los demás para conseguir determinados
objetivos. Los que no son capaces de gestionarlo suelen presentar mayores
niveles de ansiedad, depresión, frustración y sentimientos de soledad. Son
menos productivos y más inefectivos en combatir la adversidad.
Personalmente me parece una buena idea. De esta manera el trabajo en grupo, además de sacar lo mejor de cada participante en beneficio de todo el equipo, potencia las relaciones entre compañeros.
ResponderEliminarA esto se le añade el desarrollo a nivel personal en varios sentidos, como la mejora de autoestima, mayor experiencia a nivel social, y la adquisición de conocimientos recibidos por parte de las experiencias de las otras personas.
Creo que es verdad que al trabajar en grupo te esfuerzas más. Además puedes plantearte cosas nuevas, que si trabajases sólo no hubieras pensado.
ResponderEliminarTrabajar en grupo puede ayudarte a empatizar con los demás, algo esencial en la vida cotidiana. Además, buscar el éxito del grupo y no únicamente el propio es una forma de dejar a un lado las competiciones insanas.
ResponderEliminarCreo que estas propuestas ayudarían mucho a los trabajos grupales. Es probable que sean prácticas que requieran bastante esfuerzo para adoptarlas (habrá gente que haya trabajado con ellas y gente que no), pero seguramente mejorarían tanto la interacción del grupo como sus resultados. Además, se trata de una tarea que nos puede ser muy útil en nuestras vidas y en nuestro futuros trabajos.
ResponderEliminarComo se menciona en una de las respuestas de Johnson, competir no es algo que nos ayude o motive, sino que incita al estrés. Por otro lado, cuántas veces no nos hemos dado cuenta de que no sabíamos algo hasta que lo hemos intentado explicar en alto.
Sin embargo, además del ámbito educativo creo que la realidad social al completo debe actualizarse para que la competencia no se vea como algo habitual.