¿Techo de cristal? ¿Rara avis?
La presencia de
hombres cae un 45% en las aulas de primaria. Apenas son uno de cada cinco. Los
alumnos más pequeños pierden referentes masculinos
Madrid 27
NOV 2017 - 18:13 CET
Hoy 27 de noviembre es el Día del Maestro, aunque casi
sería mejor decir Día de la Maestra. Los hombres nunca han sido mayoría en los
claustros de profesores de primaria (de seis a 12 años), pero su número no para
de menguar. En apenas 40 años, su presencia en las aulas de los más pequeños se
ha quedado en menos de la mitad. En 1987 eran un 42,13%, una década después el
36,6%, en 2004 pasaron a ser uno de cada cuatro (24,4%) y en 2016 —últimos datos del Ministerio de Educación— apenas
uno de cada cinco.
La desproporción por sexos es aún mayor
en los primeros años. Cuanto más pequeño es el niño, más posibilidades hay de
que su maestra sea una mujer. Hasta el extremo de que en la etapa de infantil
(alumnos de tres a seis años, una enseñanza no obligatoria) el 97,6% de los
educadores eran maestras en el curso 2015/20016, según datos del ministerio.
Las mujeres han interiorizado que “la ternura, la dulzura y la paciencia son
cualidades femeninas” y que, por tanto, son las más indicadas para ocuparse de
los más pequeños, señala la socióloga de la Educación Sonsoles San Román, de la
Universidad Autónoma de Madrid. La enseñanza temprana se ve "como una
prolongación de la maternidad, se les pide que en clase sean más maternales que
profesionales", añade.
En 1834 se instauró el Sistema Nacional
de Educación y cuatro años después comenzaron a abrirse escuelas para varones
que dependían de los Ayuntamientos. Se copió el modelo británico de infant school que obligaba al maestro de
párvulos a casarse para que pudiesen echarle una mano su mujer y su hija (de
haberla), aunque ambas apenas supiesen leer. De esta manera, cuenta la
socióloga Sonsoles San Román en el libro Los orígenes del proceso
de feminización docente en España (Ariel,
1999), se trataba de “reproducir el ambiente familiar” . “Este
modelo se consolidó en España, con modificaciones, con la ley Moyano de 1857, una
ley que duró hasta 1970”, argumenta en su libro San Román, profesora de
Magisterio en la Universidad Autónoma de Madrid.
La ley Moyano estableció que ser
maestro era compatible con cualquier “profesión honrosa” pero no con ningún
cargo público y ello, relata San Román en su libro, llevó a muchos hombres a
dejar de enseñar dejando espacio a las mujeres, aunque a ellas se les aplicó
otro rasero en el sueldo. “Las maestras tendrán de dotación una tercera parte
menos de lo señalado a los maestros en la escala”, se afirma en la ley Moyano.
La desigualdad salarial entre
sexos terminó con la II República, pero entonces ellos
volvieron a impartir. “Historialmente crece el número de hombres cuando sube el
prestigio y el sueldo de los maestros”, explica San Román, “y baja en la
situación contraria, como ahora con la crisis”. Tras la Guerra Civil,
hubo depuración de maestros republicanos y durante casi
una década, desde 1945, se prohibió por ley que ellos fuesen profesores de
infantil. En 1968 las estudiantes de Magisterio dejaron de examinarse de
labores.
Y por el contrario, el número de
docentes hombres aumenta con más edad del alumno, es decir, en los claustros de
los institutos, aunque estos siguen siendo una minoría. En secundaria estos
representan un 39,7% del total del profesorado. Eso significa que hay más
varones enseñando cuando se exige una licenciatura y no estudios medios
—Magisterio antes era una diplomatura de tres años y hoy a los nuevos se les requiere un grado de cuatro años— lo
que se recompensa con un mayor sueldo. Un maestro cobra unos 32.389 euros
brutos al año cuando lleva 15 años trabajando, mientras un profesor de
secundaria alcanza los 36.153 euros. Pese a aprobar más y temer mejores
expedientes, San Román añade que, como ocurre en otros sectores, ellas tienen
siempre unas expectativas laborales menores que ellos, que apuntan más alto, y
más cuando existe una crisis económica como la vivida en los últimos años.
El cuello de botella y el techo de cristal
también están presentes en las aulas españolas. Apenas uno de cada cinco
maestros es hombre. Y, sin embargo, ellos ocupan muchos de los puestos de
responsabilidad de los centros. Son el 38,7% de los directores de los colegios
que ofertan solo primaria o el 25,2% de sus jefes de estudio.
Preocupación en la OCDE, tranquilidad en el
ministerio
Hubo un tiempo que la incorporación de
las mujeres a la enseñanza en el mundo rejuvenecía a las plantillas, pero esa
etapa está amortizada y la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económicos (OCDE) muestra su preocupación por la asimetría entre sexos. España
está justo en la media de los países de la organización. En 11 de los 42 países
hay, incluso, menos de un 10% de maestros en primaria. "La brecha de género
es particularmente pronunciada en primaria, cuando los niños interiorizan los
estereotipos y la percepción de las profesiones por sexos", se señala
en La búsqueda de la igualdad de género: una batalla
cuesta arriba (2017), de la OCDE. "Como
resultado, cada vez menos niños están expuestos a maestros hombres,
particularmente en la infancia, acrecentando los estereotipos". Según un
estudio de la Organización Mundial de la Salud y la Universidad de John
Hopkins los estereotipos se arraigan a los 10 años.
También en un informe el sindicato CC OO alertó en 2014 de la
desproporción: “A la vista de la composición por sexos que se está produciendo
en el ingreso a la función pública docente, nos parece preciso investigar el
número y género de opositores y opositoras, para disponer de nuevos datos sobre
esta situación. Si tiene la composición por género que parece, las autoridades
habrían de incentivar la incorporación de varones en educación infantil y
primaria, de manera que no se ofrezca a alumnado una imagen casi exclusivamente
femenina en las primeras edades”.
El Ministerio de Educación no comparte
la opinión de la OCDE y CC OO. "El género del profesor es irrelevante a la
hora de transmitir a los alumnos los conocimientos y valores. La ley educativa
establece, desde su modificación de 2013 [la LOMCE], que en primaria y ESO la
educación cívica y constitucional debe impartirse de forma transversal en todas
las materias, y para ello se han incluido contenidos y estándares de
aprendizaje evaluable en el currículo básico de todas las asignaturas", afirma
un portavoz ministerial. "Cualquier profesor, sea hombre o mujer, debe
incluir en su programación estos elementos, sin que resulte diferencia alguna
por género del profesorado".
Un equipo de la Universidad Ramón Llull
(Roser Vendrell, Mariona Dalmau, Sofia Gallego y Marian Baqués) estudió
en Los varones,
profesionales en la educación infantil (2015) la presencia
de estos en las aulas y concluyó que había "prejuicios" de las
familias que se superaban por "la profesionalidad y la calidad humana de
los educadores" y que se favorecía "la reflexión sobre la equidad de
género".
La desproporción por sexos en los
colegios no tiene visos de pararse. Los chicos son una rara avis en las escuelas de Magisterio, pero
nadie ha reaccionado. Ocurre lo contrario a otros campos, como el técnico o el
científico, donde hay una gran movilización para despertar vocaciones
femeninas. Los campus tecnológicos ofrecen a las estudiantes tutela y las grandes empresas organizan muchos eventos para
seducirlas aunque, por el momento, sin demasiado éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario